El contexto arqueológico Narihualá está constituido por promontorios artificiales de diversa magnitud y alturas variables, destacando de todos ellos la Huaca principal, cuya extensión abarca 6 hectáreas, con una altura máxima de 40 metros lineales. El conjunto en su origen habría sido un inmenso rectángulo amurallado, con latas paredes de adobe, que en uno de sus cuatro frentes tenía dos atalayas o torreones.
Uno de ellos destinado a fines religiosos, en donde según Cruz Villegas se adoraba al dios Walac y el otro para fines guerreros, que era la fortaleza propiamente dicha. La fortaleza tenía la forma de las pirámides aztecas y mayas, o sea plataformas rectangulares y truncadas. En la de Narihualá eran cuatro. Entre plataforma y plataforma había escalinatas, que conducían desde la parte exterior de la primera plataforma hasta la más alta.
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